Símbolos de la Sexualidad
El ser humano a diferencia de los animales ha tenido la capacidad de simbolizar, de crear sistemas de símbolos que dotan de significados a los hechos, los seres y las cosas de su entorno. Todo un universo simbólico que orienta la percepción, de los pensamientos y de las acciones de los miembros de una sociedad. Simbolizar es clasificar y categorizar el medio ambiente; expresado a través de formas lingüísticas, símbolos míticos, rituales religiosos e imágenes artísticas. Para Leslie White el “símbolo constituye la unidad básica de la conducta humana”, (…) cree que simbolizar es una especie de conducta que ha servido para traficar con significados no sensoriales; significados que no pueden ser percibidos solo por los sentidos. Como el ejemplo del agua bendita en los rituales religiosos. (White citado por Vallverdú, 2014, 8). Un tipo muy común de simbolización lingüística ha sido el dualismo o simbolismo lateral como lo acuña Turner, el cual crea relaciones de oposición entre elementos binarios como alto/bajo, naturaleza/ cultura, masculino/femenino, etc. (2007, 20). Los órganos sexuales externos se han convertido en símbolos rituales, de los cuales se desprende una gran red de significados que conforman una estructura social llamada también cultura. La forma en la que se define el ser social ha estado estrictamente condicionada a los atributos del cuerpo físico, sin embargo, el deconstructivismo ha permitido cuestionar el poder de lo simbólico para producir prácticas discursivas y fenómenos materiales. En palabras de Bourdieu:
La diferencia biológica entre los sexos, es decir, entre los cuerpos masculino y femenino, y, muy especialmente, la diferencia anatómica entre los órganos sexuales, puede aparecer de ese modo como la justificación natural de la diferencia socialmente establecida entre los sexos, y en especial de la división sexual del trabajo.” (2007, 24).
Por otro lado, Sapir en su Encyclopedia of the Social Sciences distingue dos clases de símbolos. En la primera clase están los símbolos referenciales, como la escritura o las banderas nacionales, convenidos como artificios económicos con fines de referencia, que para Sapir se forman “a través de una elaboración formal en el dominio de lo consciente”. En la segunda clase están los símbolos de condensación, definidos por Sapir como “formas sumamente condensadas de comportamiento sustitutivos para expresión directa, que permiten la fácil liberación de tensión emocional en forma consciente o inconsciente”. Los símbolos de condensación hunden “sus raíces profundamente en lo inconsciente”, e impregnan “con su cualidad emocional tipos de conducta y situaciones aparentemente muy alejados del sentido original del símbolo”. (Sapir citado por Turner, 1967, 32). Los órganos genitales externos son símbolos de condensación, que han contribuido a la división sexual del trabajo, a la creación de jerarquías y relaciones de dominación, a través de un sistema de atributos creados arbitrariamente. Sus cualidades han sido percibidas como naturales y esenciales ya que se encuentran en la profundidad del inconsciente y de la estructura social.
Turner al estudiar a la cultura ndembu, se dio cuenta que los rituales son procesos sociales completamente opuestos a la estructura social de la vida económica y doméstica de los individuos. Es muy común que los rituales estén llenos de símbolos, y puesto que dichos símbolos evocan emociones e inducen a la acción de grupos e individuos, es importante analizar las realidades que representan y las que le dan significado y sentido. Turner se cuestiona, cómo un antropólogo puede “ser capaz de interpretar los símbolos rituales de una sociedad, más profunda y comprensivamente que los propios actores”, y se responde, que lo hace al colocar el “ritual en el marco de su campo significante, y describir la estructura y las propiedades de ese campo” (1999, 29). En otras palabras, observar y analizar en el contexto de las emociones y comportamientos que evocan los símbolos. La utilización de una metodología de los afectos y de los sentidos es necesaria, adelante se analizas.
Cruising como Rito de Paso
La sexualidad ha sido un producto socialmente construido, lo que ha implicado que el deseo sexual, el género, el sexo, la procreación y las fantasías sexuales se expresen a través de un sistema de heterosexualidad obligatoria que ciñe la producción de otras identidades, deseos y prácticas, sobre el eje del deseo heterosexual. (Alvarez, 2019, 9). La misma norma que se ejerce sobre las mujeres para concretar con sus roles esperados, es la que suprime cualquier acto o concepto de homoerotismo de la estructura social hegemónica reproductiva, médico y jurídica de la sexualidad. Butler en su libro El Género en Disputa, considera que los géneros inteligibles son los que instauran y mantienen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo:
los fantasmas de discontinuidad e incoherencia, concebibles únicamente en relación con las reglas existentes de continuidad y coherencia, son prohibidos y creados frecuentemente por las mismas leyes que procuran crear conexiones causales o expresivas entre sexo biológico, géneros culturalmente formados y la expresión o efecto de ambos en la aparición del deseo sexual a través de la práctica sexual. (Butler, 1990, 72).
Las configuraciones culturales de confusión de géneros se han convertido en sitios de regulación, resistencia, revelación, control, intervención, marginación, lucha, campos de inmanencia. Se asume que la sexualidad está amparada exclusivamente en la esfera de lo privado, pero en realidad casi todos los espacios de interacción social se han heteronormado. Muchas personas que creen aceptar la homosexualidad, lo hacen con la condición de que su expresión se limite a la privacidad e intimidad, pero a la homo sociabilidad y al homo erotismo se los discrimina incluso en la esfera familiar e íntima, dejándolas sin espacios de identidad y expresión. Lo que es más, en las sociedades occidentales los heterosexuales celebran rituales relacionados con la sexualidad y el género, que también son formas oficiales y estrictas de heterosexualizar la vida y el espacio público, privado e íntimo. Rituales como la boda civil y eclesiástica que se celebran públicamente, o la luna de miel, que tradicionalmente simbolizan la unión naturalizada y esencializada entre hombre y mujer. Lo mismo con el ritual de circuncisión en lo masculino; los sweet sixteen y la fiesta de 15 años en lo femenino, estos últimos como ritos de fin de la pubertad que simbolizan la transición del ser una niña a ser una mujer. Por el contrario, los individuos LGBTQ no poseen rituales, por lo menos que se reconozcan culturalmente y que se celebren públicamente; debido a su condición histórica de marginación, violencia y vergüenza. Tan profunda ha sido la dominación masculina, que existen casos comunes de hombres que han tenido que enmascarar su deseo homo disidente y llevar una doble vida. “Las normas sociales, por su propia naturaleza, imponen represiones no naturales a aquellos que por sus disposiciones biopsiquicas tienden a adoptar ocasional o habitualmente formas de conducta supranormal o anormal” (Turner 1999, 44). El cruising, práctica transgresora o política de dislocación, homosexualiza el espacio público momentáneamente, puede considerarse un rito de paso, en términos de Arnold van Gennep en su obra Les Rites de Passage.
Victor Turner define el “rito de paso” en su obra La Selva de los Símbolos, donde expone los aspectos del ritual, “un rito de paso es un proceso tripartito que incluye: 1) la separación del individuo de uno de sus status sociales previos, 2) el limen o fase del umbral y 3) la reagrupación del individuo en un nuevo status.” (Turner, 1993, 517). Un ritual donde los participantes transitan por un espacio que no posee atributos del pasado o del futuro. De manera análoga, en los no lugares de Auge se percibe ante todo el presente tiempo/espacio, ya que éstos no poseen historia e identidad antropológica aparente. El centro comercial, el aeropuerto, los hoteles cinco estrellas y las cadenas de comida rápida son espacios que en su interior se pierde la noción del tiempo y del lugar (antropológico), cuando el nivel de luz y temperatura son regulados con el fin de brindar una sensación de confort constante. El no lugar es un espacio de tránsito, donde el ente que lo transita se convierte en transeúnte o pasajero como llama Turner al neófito que es parte del rito de paso.
En el cruising, el símbolo ritual principal es el órgano genital masculino, ya que es el atributo fisiológico diferencial más notorio del deseo, que se puede percibir a través de los sentidos. Símbolo que usualmente está representado por el icono de un hombre fuera de los baños públicos, en el avión, centro comercial, parque. Ahora bien, para Turner el símbolo ritual (liminal), al igual que el símbolo onírico descubierto por Freud, se forma del compromiso entre dos polos de sentido: 1) el polo “ideológico”, se utiliza como componente del orden social y moral, que concentra principios de organización social del grupo, como también valores y normas inherentes a las relaciones estructurales; 2) el polo “sensorial” de orden natural y fisiológico, cuyo contenido está estrechamente relacionado con la forma externa del símbolo. (Marzal, 2016, 451). Por consiguiente, éste símbolo ritual desde el polo sensorial evoca placer sexual, como la emoción o atributo emotivo principal. En cambio, desde la normatividad del polo ideológico, éste símbolo ritual es un factor determinante de la “dinámica de grupos” como considera Turner, “sus aspectos de mayor interés son sus referencias a los grupos, las relaciones, los valores, las normas y las creencias de una sociedad” (1967, 40). En otras palabras, el símbolo ritual es “un compromiso entre la necesidad de control social y ciertos impulsos humanos innatos y universales de cuya completa gratificación se seguiría la ruptura de ese control”. (Turner, 1967, 41). El cruising relaciona los órganos genitales masculinos de un grupo de individuos, como símbolos rituales, representando una gran ruptura de la heteronormatividad de la estructura social y a la vez representando deseo comunal. El polo sensorial condensa “los significados que son objeto de sentimientos y deseos; cuando se celebra el ritual, hay un intercambio entre ambos polos, pues las normas y valores se cargan de emoción, mientras que las emociones básicas se ennoblecen con los valores sociales”. (Marzal, 2016, 451). Si las distinciones sexuales son factores cruciales de la estructura social y su norma; se puede inferir que según la densidad de la practica del cruising más el número de teteras funcionales dentro de una urbe, se puede tener una idea de cuán reguladas, controladas y marginadas son las identidades y prácticas homosexuales en dicha urbe. En esa misma línea, el polo sensorial del símbolo ritual del cruising suele ser una constante en las diferentes urbes de occidente, la sexualidad masculina. Mientras que los aspectos del polo ideológico referentes a éste símbolo ritual, se los estudia como variables, dependiendo la sociedad en donde se encuentra; es decir, la relación social, legal y normativa que existe con respecto a la homosexualidad y sus prácticas. No obstante, el mismo hecho de que el cruising se practique en un no lugar, representa un intento inconsciente por alejar esta actividad de la discriminación y la heteronorma que pueda existir en la estructura social.
Liminalidad
La primera fase del cruising, o fase de separación del rito de paso “supone una conducta simbólica que signifique la separación del grupo o el individuo de su anterior situación dentro de la estructura social o de un conjunto de condiciones culturales (o «estado»)” (Turner, 1967, 104). En la segunda fase o etapa liminal, los neófitos, al ser separados de sus posiciones estructurales, también se alejan de “los valores, normas, sentimientos y técnicas asociadas con dichas posiciones. Igualmente se ven despojados de sus anteriores hábitos de pensamiento, sentimiento y acción. (Turner, 1967, 117). Es necesario recordar que durante la etapa liminal los participantes no están ni aquí, ni allá; están en un espacio/tiempo intermedio de libertad. De manera análoga, los transeúntes del no lugar se encuentran en un espacio que no es un lugar (antropológico). Ahora bien, en el cruising pueden existir participantes que dentro de la estructura social se conciban como heterosexuales; pero adquieren una ambigüedad momentánea a través de la práctica homo-erótica dentro de la liminalidad. De hecho, la liminalidad del rito de paso puede relacionarse con la bisexualidad, las experiencias sexuales y la poca diferenciación sexual. La condición propia de quienes se encuentran en etapa liminal “es la de la ambigüedad y la paradoja, una confusión de todas las categorías habituales.” (Turner 1967, 107). De manera análoga, en la tetera, en el baño público o el cuarto oscuro se experimenta una ambigüedad, al igual que en los no lugares, donde el espacio es y no es de todos quienes lo transitan, al menos así se lo percibe. Del mismo modo, para Turner los neófitos en la etapa liminal:
no sólo son estructuralmente «invisibles» (aunque seas físicamente visibles) y ritualmente contaminantes, sino que generalmente se los recluye, de manera total o parcial, lejos del ámbito de los estados y de los status culturalmente definidos y ordenados. (...) Tienen una realidad física, pero no social, de ahí que tengan que permanecer escondidos, puesto que sería un escándalo, una paradoja, tener ante la vista lo que no debería tener existencia. (1967, 108-109).
Éstos atributos que poseen los neófitos en la liminalidad, se yuxtaponen con los atributos de los crusiers en el cruising. La liminalidad, al igual que el cruising, se encuentran fuera de la regularidad de la estructura social, son formas de exceder las limitaciones de las leyes y las costumbres; “ abren paso a la especulación” (Turner, 1967, 118). También son oportunidades para experimentar con las posibilidades que pueden existir fuera de la vida secular, ya sean de ideas, prácticas o relaciones. Turner considera que “asociado a este proceso de revelar lo desconocido, lo invisible o lo oculto, se desarrolla el proceso de hacer público lo que es privado, o social lo que es personal.” (1967, 55). En esa misma línea, el cruising excede las limitaciones sociales al ser una práctica homo-erótica que se desarrolla en el espacio público. Quizás el sexo público entre hombres tenga cierto nivel de correspondencia con la tradicional e histórica concepción, de que lo masculino se relaciona con lo público y lo femenino con lo privado. Quienes practican el cruising, al igual que los neófitos liminales, se convierten en radicales críticos de la estructura social, al sacar de la esfera íntima las prácticas homoeróticas, al actuar de forma antagónica a las heteronormas y costumbres. Turner considera que lo “liminar puede tal vez ser considerado como el No frente a todos los asertos estructurales positivos, pero también al mismo tiempo como la fuente de todos ellos” (1967, 107). Para quién se encuentra imposibilitado de vivir plenamente su sexualidad ya sea en lo moral, en lo práctico y/o en lo legal, la liminalidad y el cruising se convierten en líneas de fuga, para que los individuos se purifiquen “de sus deseos y sus emociones rebeldes.” (Turner, 1967, 55). Agregando a lo anterior, un aspecto del proceso de simbolización ritual es hacer perceptible lo que no puede ser directamente percibido por los sentidos.
Communitas
Existen dos modelos de ínter-relación humana que se yuxtaponen y se alternan en la vida cotidiana. En el primer modelo, que usualmente se desarrolla dentro de la estructura social, existen jerarquías, inequidad, diferencias de status, cargos, roles y sobretodo heterogeneidad. El segundo modelo se desarrolla dentro de la etapa liminal o liminalidad del rito de paso, el cual genera equidad y homogeneidad entre los entes, sin importar el status que éstos tengan dentro de la estructura social secular. Para Turner “las relaciones entre neófitos están generalmente presididas por la más plena igualdad y camaradería, siempre que los ritos sean colectivos. (...) El grupo liminal es una comunidad o comitiva de camaradas y no una estructura de posiciones jerárquicamente dispuestas.” (1967, 111). A este grupo de entes homogéneos, no diferenciados, que se ínter-relacionan dentro de la etapa liminal, se le llama communitas o comunidad. Turner considera que la Communitas es el contraste de la Estructura Social. La comunidad LGBTI ha sido una contracultura y en efecto, es muy usual que las communitas estén conformadas por individuos contraculturales. El escritor Garth Greenwell en una entrevista con Steven Thrasher, publicada el 25 de enero del 2016 para The Guardian, cuenta cómo su propia historia de vida le motivo a escribir su obra Cruising y cómo ésta actividad clandestina le ayudó a sentirse parte de un grupo o comunidad:
El cruising ha sido central en mi vida desde los 14 años. Fue la primera comunidad gay que encontré en Internet pre-global en Louisville, Kentucky, donde crecí. Creo que ‘comunidad’ es la palabra correcta para esos lugares, que no han desaparecido. Cuando encontré este baño de crucero en Bulgaria donde comienza la novela, inmediatamente supe lo que era. Apenas hablaba búlgaro, pero descendí a este lugar y de repente tuve una fluidez total. (Cita de artículo en línea, 2016, www. theguardian.com/books/2016/jan/25/garth-greenwell-new-book-what-belongs-to-you-interview ).
De manera análoga, quienes transitan por los no lugares adquieren un status de igualdad como se dijo antes. En la investigación de Rapisardi y Modarelli (2001) se demuestra cómo:
En los baños de las estaciones de tren, más proclives al coito, y sobre todo en sus adyacencias ociosas, se instauraban redes humanas inestables. Al amparo del buen aire de los andenes se habían formado algunos círculos sociales entre habitués de varias edades y clases sociales. (Cita de artículo en línea, 2001, https://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Radar/01-08/01-08-26/nota1.htm ).
Tanto en el cruising como en la communitas, se maneja la filosofía popular de “todos para uno y uno para todos”; una forma de reconocer los lazos humanos genéricos y esenciales. Son comunidades nómadas que se unen por las relaciones sexuales masculinas. El cruising al igual que la misa ayudan a confirmar y fortalecer la fe; como también las ganas de compartirla. Usualmente los ritos de paso se relacionan con lo religioso, lo sacro y lo espiritual; contrarios al carácter secular y político de la estructura social. Ciertamente, para Turner “la liminalidad implica que lo alto no puede ser alto a menos que exista lo bajo, y el que es alto debe experimentar lo que es ser bajo.” (2002, 360). Los participantes del cruising pueden provenir de contextos y estatus sumamente heterogéneos para formar comunidades de paso homogéneas. Lo que es mas, la homogeneidad de la communitas también puede significar estar desnudos o uniformados, como en el caso del sauna o el cuarto oscuro. Tanto en el cruising como en el rito de paso se dejan caer las máscaras, los roles y las insignias de status; los seres humanos merecemos hacerlo de vez en cuando. Los participantes actúan bajo la determinación de sus instintos y deseos más íntimos. “La gente, suele decirse, es más «ella misma» cuando no actúa dentro de su rol institucionalizado.” (Turner 1967, 112). Asimismo, la homogeneidad liminal también puede significar anonimato; como el que suele existir en los no lugares y como el anonimato que motiva a los crusiers a practicarlo en estos. La communitas del ritual al igual que el cruising, pueden ser espontáneos y auto-generativos.
Por último, después de la etapa liminal del rito de paso viene la tercera y última etapa, que sería la reinserción del pasajero dentro de la estructura social. En el caso del cruising, sería después de la obtención del placer esperado por el crusier, al salir de la tetera o al llegar al orgasmo.