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Cruising como Rito de Paso

 Símbolos de la Sexualidad

El ser humano a diferencia de los animales ha tenido la capacidad de simbolizar, de crear sistemas de símbolos que dotan de significados a los hechos, los seres y las cosas de su entorno. Todo un universo simbólico que orienta la percepción, de los pensamientos y de las acciones de los miembros de una sociedad. Simbolizar es clasificar y categorizar el medio ambiente; expresado a través de formas lingüísticas, símbolos míticos, rituales religiosos e imágenes artísticas. Para Leslie White el “símbolo constituye la unidad básica de la conducta humana”, (…) cree que simbolizar es una especie de conducta que ha servido para traficar con significados no sensoriales; significados que no pueden ser percibidos solo por los sentidos. Como el ejemplo del agua bendita en los rituales religiosos. (White citado por Vallverdú, 2014, 8). Un tipo muy común de simbolización lingüística ha sido el dualismo o simbolismo lateral como lo acuña Turner, el cual crea relaciones de oposición entre elementos binarios como alto/bajo, naturaleza/ cultura, masculino/femenino, etc. (2007, 20). Los órganos sexuales externos se han convertido en símbolos rituales, de los cuales se desprende una gran red de significados que conforman una estructura social llamada también cultura. La forma en la que se define el ser social ha estado estrictamente condicionada a los atributos del cuerpo físico, sin embargo, el deconstructivismo ha permitido cuestionar el poder de lo simbólico para producir prácticas discursivas y fenómenos materiales. En palabras de Bourdieu:

La diferencia biológica entre los sexos, es decir, entre los cuerpos masculino y femenino, y, muy especialmente, la diferencia anatómica entre los órganos sexuales, puede aparecer de ese modo como la justificación natural de la diferencia socialmente establecida entre los sexos, y en especial de la división sexual del trabajo.” (2007, 24).

Por otro lado, Sapir en su Encyclopedia of the Social Sciences distingue dos clases de símbolos. En la primera clase están los símbolos referenciales, como la escritura o las banderas nacionales, convenidos como artificios económicos con fines de referencia, que para Sapir se forman “a través de una elaboración formal en el dominio de lo consciente”. En la segunda clase están los símbolos de condensación, definidos por Sapir como “formas sumamente condensadas de comportamiento sustitutivos para expresión directa, que permiten la fácil liberación de tensión emocional en forma consciente o inconsciente”. Los símbolos de condensación hunden “sus raíces profundamente en lo inconsciente”, e impregnan “con su cualidad emocional tipos de conducta y situaciones aparentemente muy alejados del sentido original del símbolo”. (Sapir citado por Turner, 1967, 32). Los órganos genitales externos son símbolos de condensación, que han contribuido a la división sexual del trabajo, a la creación de jerarquías y relaciones de dominación, a través de un sistema de atributos creados arbitrariamente. Sus cualidades han sido percibidas como naturales y esenciales ya que se encuentran en la profundidad del inconsciente y de la estructura social.

Turner al estudiar a la cultura ndembu, se dio cuenta que los rituales son procesos sociales completamente opuestos a la estructura social de la vida económica y doméstica de los individuos. Es muy común que los rituales estén llenos de símbolos, y puesto que dichos símbolos evocan emociones e inducen a la acción de grupos e individuos, es importante analizar las realidades que representan y las que le dan significado y sentido. Turner se cuestiona, cómo un antropólogo puede “ser capaz de interpretar los símbolos rituales de una sociedad, más profunda y comprensivamente que los propios actores”, y se responde, que lo hace al colocar el “ritual en el marco de su campo significante, y describir la estructura y las propiedades de ese campo” (1999, 29). En otras palabras, observar y analizar en el contexto de las emociones y comportamientos que evocan los símbolos. La utilización de una metodología de los afectos y de los sentidos es necesaria, adelante se analizas.

Cruising como Rito de Paso

La sexualidad ha sido un producto socialmente construido, lo que ha implicado que el deseo sexual, el género, el sexo, la procreación y las fantasías sexuales se expresen a través de un sistema de heterosexualidad obligatoria que ciñe la producción de otras identidades, deseos y prácticas, sobre el eje del deseo heterosexual. (Alvarez, 2019, 9). La misma norma que se ejerce sobre las mujeres para concretar con sus roles esperados, es la que suprime cualquier acto o concepto de homoerotismo de la estructura social hegemónica reproductiva, médico y jurídica de la sexualidad. Butler en su libro El Género en Disputa, considera que los géneros inteligibles son los que instauran y mantienen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo:

los fantasmas de discontinuidad e incoherencia, concebibles únicamente en relación con las reglas existentes de continuidad y coherencia, son prohibidos y creados frecuentemente por las mismas leyes que procuran crear conexiones causales o expresivas entre sexo biológico, géneros culturalmente formados y la expresión o efecto de ambos en la aparición del deseo sexual a través de la práctica sexual. (Butler, 1990, 72).

Las configuraciones culturales de confusión de géneros se han convertido en sitios de regulación, resistencia, revelación, control, intervención, marginación, lucha, campos de inmanencia. Se asume que la sexualidad está amparada exclusivamente en la esfera de lo privado, pero en realidad casi todos los espacios de interacción social se han heteronormado. Muchas personas que creen aceptar la homosexualidad, lo hacen con la condición de que su expresión se limite a la privacidad e intimidad, pero a la homo sociabilidad y al homo erotismo se los discrimina incluso en la esfera familiar e íntima, dejándolas sin espacios de identidad y expresión. Lo que es más, en las sociedades occidentales los heterosexuales celebran rituales relacionados con la sexualidad y el género, que también son formas oficiales y estrictas de heterosexualizar la vida y el espacio público, privado e íntimo. Rituales como la boda civil y eclesiástica que se celebran públicamente, o la luna de miel, que tradicionalmente simbolizan la unión naturalizada y esencializada entre hombre y mujer. Lo mismo con el ritual de circuncisión en lo masculino; los sweet sixteen y la fiesta de 15 años en lo femenino, estos últimos como ritos de fin de la pubertad que simbolizan la transición del ser una niña a ser una mujer. Por el contrario, los individuos LGBTQ no poseen rituales, por lo menos que se reconozcan culturalmente y que se celebren públicamente; debido a su condición histórica de marginación, violencia y vergüenza. Tan profunda ha sido la dominación masculina, que existen casos comunes de hombres que han tenido que enmascarar su deseo homo disidente y llevar una doble vida. “Las normas sociales, por su propia naturaleza, imponen represiones no naturales a aquellos que por sus disposiciones biopsiquicas tienden a adoptar ocasional o habitualmente formas de conducta supranormal o anormal” (Turner 1999, 44). El cruising, práctica transgresora o política de dislocación, homosexualiza el espacio público momentáneamente, puede considerarse un rito de paso, en términos de Arnold van Gennep en su obra Les Rites de Passage.

Victor Turner define el “rito de paso” en su obra La Selva de los Símbolos, donde expone los aspectos del ritual, “un rito de paso es un proceso tripartito que incluye: 1) la separación del individuo de uno de sus status sociales previos, 2) el limen o fase del umbral y 3) la reagrupación del individuo en un nuevo status.” (Turner, 1993, 517). Un ritual donde los participantes transitan por un espacio que no posee atributos del pasado o del futuro. De manera análoga, en los no lugares de Auge se percibe ante todo el presente tiempo/espacio, ya que éstos no poseen historia e identidad antropológica aparente. El centro comercial, el aeropuerto, los hoteles cinco estrellas y las cadenas de comida rápida son espacios que en su interior se pierde la noción del tiempo y del lugar (antropológico), cuando el nivel de luz y temperatura son regulados con el fin de brindar una sensación de confort constante. El no lugar es un espacio de tránsito, donde el ente que lo transita se convierte en transeúnte o pasajero como llama Turner al neófito que es parte del rito de paso.

En el cruising, el símbolo ritual principal es el órgano genital masculino, ya que es el atributo fisiológico diferencial más notorio del deseo, que se puede percibir a través de los sentidos. Símbolo que usualmente está representado por el icono de un hombre fuera de los baños públicos, en el avión, centro comercial, parque. Ahora bien, para Turner el símbolo ritual (liminal), al igual que el símbolo onírico descubierto por Freud, se forma del compromiso entre dos polos de sentido: 1) el polo “ideológico”, se utiliza como componente del orden social y moral, que concentra principios de organización social del grupo, como también valores y normas inherentes a las relaciones estructurales; 2) el polo “sensorial” de orden natural y fisiológico, cuyo contenido está estrechamente relacionado con la forma externa del símbolo. (Marzal, 2016, 451). Por consiguiente, éste símbolo ritual desde el polo sensorial evoca placer sexual, como la emoción o atributo emotivo principal. En cambio, desde la normatividad del polo ideológico, éste símbolo ritual es un factor determinante de la “dinámica de grupos” como considera Turner, “sus aspectos de mayor interés son sus referencias a los grupos, las relaciones, los valores, las normas y las creencias de una sociedad” (1967, 40). En otras palabras, el símbolo ritual es “un compromiso entre la necesidad de control social y ciertos impulsos humanos innatos y universales de cuya completa gratificación se seguiría la ruptura de ese control”. (Turner, 1967, 41). El cruising relaciona los órganos genitales masculinos de un grupo de individuos, como símbolos rituales, representando una gran ruptura de la heteronormatividad de la estructura social y a la vez representando deseo comunal. El polo sensorial condensa “los significados que son objeto de sentimientos y deseos; cuando se celebra el ritual, hay un intercambio entre ambos polos, pues las normas y valores se cargan de emoción, mientras que las emociones básicas se ennoblecen con los valores sociales”. (Marzal, 2016, 451). Si las distinciones sexuales son factores cruciales de la estructura social y su norma; se puede inferir que según la densidad de la practica del cruising más el número de teteras funcionales dentro de una urbe, se puede tener una idea de cuán reguladas, controladas y marginadas son las identidades y prácticas homosexuales en dicha urbe. En esa misma línea, el polo sensorial del símbolo ritual del cruising suele ser una constante en las diferentes urbes de occidente, la sexualidad masculina. Mientras que los aspectos del polo ideológico referentes a éste símbolo ritual, se los estudia como variables, dependiendo la sociedad en donde se encuentra; es decir, la relación social, legal y normativa que existe con respecto a la homosexualidad y sus prácticas. No obstante, el mismo hecho de que el cruising se practique en un no lugar, representa un intento inconsciente por alejar esta actividad de la discriminación y la heteronorma que pueda existir en la estructura social.

Liminalidad

La primera fase del cruising, o fase de separación del rito de paso “supone una conducta simbólica que signifique la separación del grupo o el individuo de su anterior situación dentro de la estructura social o de un conjunto de condiciones culturales (o «estado»)” (Turner, 1967, 104). En la segunda fase o etapa liminal, los neófitos, al ser separados de sus posiciones estructurales, también se alejan de “los valores, normas, sentimientos y técnicas asociadas con dichas posiciones. Igualmente se ven despojados de sus anteriores hábitos de pensamiento, sentimiento y acción. (Turner, 1967, 117). Es necesario recordar que durante la etapa liminal los participantes no están ni aquí, ni allá; están en un espacio/tiempo intermedio de libertad. De manera análoga, los transeúntes del no lugar se encuentran en un espacio que no es un lugar (antropológico). Ahora bien, en el cruising pueden existir participantes que dentro de la estructura social se conciban como heterosexuales; pero adquieren una ambigüedad momentánea a través de la práctica homo-erótica dentro de la liminalidad. De hecho, la liminalidad del rito de paso puede relacionarse con la bisexualidad, las experiencias sexuales y la poca diferenciación sexual. La condición propia de quienes se encuentran en etapa liminal “es la de la ambigüedad y la paradoja, una confusión de todas las categorías habituales.” (Turner 1967, 107). De manera análoga, en la tetera, en el baño público o el cuarto oscuro se experimenta una ambigüedad, al igual que en los no lugares, donde el espacio es y no es de todos quienes lo transitan, al menos así se lo percibe. Del mismo modo, para Turner los neófitos en la etapa liminal:

no sólo son estructuralmente «invisibles» (aunque seas físicamente visibles) y ritualmente contaminantes, sino que generalmente se los recluye, de manera total o parcial, lejos del ámbito de los estados y de los status culturalmente definidos y ordenados. (...) Tienen una realidad física, pero no social, de ahí que tengan que permanecer escondidos, puesto que sería un escándalo, una paradoja, tener ante la vista lo que no debería tener existencia. (1967, 108-109).

Éstos atributos que poseen los neófitos en la liminalidad, se yuxtaponen con los atributos de los crusiers en el cruising. La liminalidad, al igual que el cruising, se encuentran fuera de la regularidad de la estructura social, son formas de exceder las limitaciones de las leyes y las costumbres; “ abren paso a la especulación” (Turner, 1967, 118). También son oportunidades para experimentar con las posibilidades que pueden existir fuera de la vida secular, ya sean de ideas, prácticas o relaciones. Turner considera que “asociado a este proceso de revelar lo desconocido, lo invisible o lo oculto, se desarrolla el proceso de hacer público lo que es privado, o social lo que es personal.” (1967, 55). En esa misma línea, el cruising excede las limitaciones sociales al ser una práctica homo-erótica que se desarrolla en el espacio público. Quizás el sexo público entre hombres tenga cierto nivel de correspondencia con la tradicional e histórica concepción, de que lo masculino se relaciona con lo público y lo femenino con lo privado. Quienes practican el cruising, al igual que los neófitos liminales, se convierten en radicales críticos de la estructura social, al sacar de la esfera íntima las prácticas homoeróticas, al actuar de forma antagónica a las heteronormas y costumbres. Turner considera que lo “liminar puede tal vez ser considerado como el No frente a todos los asertos estructurales positivos, pero también al mismo tiempo como la fuente de todos ellos” (1967, 107). Para quién se encuentra imposibilitado de vivir plenamente su sexualidad ya sea en lo moral, en lo práctico y/o en lo legal, la liminalidad y el cruising se convierten en líneas de fuga, para que los individuos se purifiquen “de sus deseos y sus emociones rebeldes.” (Turner, 1967, 55). Agregando a lo anterior, un aspecto del proceso de simbolización ritual es hacer perceptible lo que no puede ser directamente percibido por los sentidos.

 Communitas

Existen dos modelos de ínter-relación humana que se yuxtaponen y se alternan en la vida cotidiana. En el primer modelo, que usualmente se desarrolla dentro de la estructura social, existen jerarquías, inequidad, diferencias de status, cargos, roles y sobretodo heterogeneidad. El segundo modelo se desarrolla dentro de la etapa liminal o liminalidad del rito de paso, el cual genera equidad y homogeneidad entre los entes, sin importar el status que éstos tengan dentro de la estructura social secular. Para Turner “las relaciones entre neófitos están generalmente presididas por la más plena igualdad y camaradería, siempre que los ritos sean colectivos. (...) El grupo liminal es una comunidad o comitiva de camaradas y no una estructura de posiciones jerárquicamente dispuestas.” (1967, 111). A este grupo de entes homogéneos, no diferenciados, que se ínter-relacionan dentro de la etapa liminal, se le llama communitas o comunidad. Turner considera que la Communitas es el contraste de la Estructura Social. La comunidad LGBTI ha sido una contracultura y en efecto, es muy usual que las communitas estén conformadas por individuos contraculturales. El escritor Garth Greenwell en una entrevista con Steven Thrasher, publicada el 25 de enero del 2016 para The Guardian, cuenta cómo su propia historia de vida le motivo a escribir su obra Cruising y cómo ésta actividad clandestina le ayudó a sentirse parte de un grupo o comunidad:

El cruising ha sido central en mi vida desde los 14 años. Fue la primera comunidad gay que encontré en Internet pre-global en Louisville, Kentucky, donde crecí. Creo que ‘comunidad’ es la palabra correcta para esos lugares, que no han desaparecido. Cuando encontré este baño de crucero en Bulgaria donde comienza la novela, inmediatamente supe lo que era. Apenas hablaba búlgaro, pero descendí a este lugar y de repente tuve una fluidez total. (Cita de artículo en línea, 2016, www. theguardian.com/books/2016/jan/25/garth-greenwell-new-book-what-belongs-to-you-interview ).

De manera análoga, quienes transitan por los no lugares adquieren un status de igualdad como se dijo antes. En la investigación de Rapisardi y Modarelli (2001) se demuestra cómo:

En los baños de las estaciones de tren, más proclives al coito, y sobre todo en sus adyacencias ociosas, se instauraban redes humanas inestables. Al amparo del buen aire de los andenes se habían formado algunos círculos sociales entre habitués de varias edades y clases sociales. (Cita de artículo en línea, 2001, https://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Radar/01-08/01-08-26/nota1.htm ).

Tanto en el cruising como en la communitas, se maneja la filosofía popular de “todos para uno y uno para todos”; una forma de reconocer los lazos humanos genéricos y esenciales. Son comunidades nómadas que se unen por las relaciones sexuales masculinas. El cruising al igual que la misa ayudan a confirmar y fortalecer la fe; como también las ganas de compartirla. Usualmente los ritos de paso se relacionan con lo religioso, lo sacro y lo espiritual; contrarios al carácter secular y político de la estructura social. Ciertamente, para Turner “la liminalidad implica que lo alto no puede ser alto a menos que exista lo bajo, y el que es alto debe experimentar lo que es ser bajo.” (2002, 360). Los participantes del cruising pueden provenir de contextos y estatus sumamente heterogéneos para formar comunidades de paso homogéneas. Lo que es mas, la homogeneidad de la communitas también puede significar estar desnudos o uniformados, como en el caso del sauna o el cuarto oscuro. Tanto en el cruising como en el rito de paso se dejan caer las máscaras, los roles y las insignias de status; los seres humanos merecemos hacerlo de vez en cuando. Los participantes actúan bajo la determinación de sus instintos y deseos más íntimos. “La gente, suele decirse, es más «ella misma» cuando no actúa dentro de su rol institucionalizado.” (Turner 1967, 112). Asimismo, la homogeneidad liminal también puede significar anonimato; como el que suele existir en los no lugares y como el anonimato que motiva a los crusiers a practicarlo en estos. La communitas del ritual al igual que el cruising, pueden ser espontáneos y auto-generativos.

Por último, después de la etapa liminal del rito de paso viene la tercera y última etapa, que sería la reinserción del pasajero dentro de la estructura social. En el caso del cruising, sería después de la obtención del placer esperado por el crusier, al salir de la tetera o al llegar al orgasmo.

tags: cruising, CruisingGay, Encuentros Sexuales, Homoerótico, QuitoGay, Quito
Monday 06.02.25
Posted by Fabio Alvarez
 

Cruising en los PARQUES

Cruising en los Parques

Los parques nunca dejan de ser lugares de ocio. El Ejido y la avenida Amazonas durante la primera década del siglo XXI siguen siendo espacios de consumo y tránsito de gente de todo el mundo y de todo el Ecuador. La Mariscal se convierte en la zona rosa, aquí nacen y mueren las primeras discotecas y bares “gays” oficiales más populares de la ciudad de esa década, el nivel de aceptación y tolerancia hacia la disidencia sexual era mayor con respecto al resto de la ciudad y del país. A parte, siempre ha tenido diferentes opciones para el visitante y el turista local y extranjero.

…la Amazonas era zona de cruising. Estaba el Hilton y en el Hilton todos los gays que se hospedaban iban a El Ejido a dar vueltas, cachas. Entonces había como que un buen estándar de gente, era lindo. Así yo conocí, puta, unos australianos, gringos, europeos, italianos, no, puta, había un montón de gente muy muy linda (Ariel, 2021).

El Parque El Ejido desde hace décadas sigue siendo uno de los playgrounds principales para el homo erotismo urbano de la ciudad después de la despenalización de la homosexualidad, así como también de la prostitución masculina. Varios autores han podido recopilar, datos y testimonios sobre el homo erotismo y el trabajo sexual que, prácticamente, funcionan las 24 horas del día sea para concretar ahí mismo o en otros espacios. “Los encuentros in situ se dan, preferentemente, alrededor de los macizos y centenarios troncos de los árboles también en los baños públicos aledaños entre muchos otros recovecos propicios sean públicos o privados” (Camacho, 2009 14). Cuando tenía 18 años Javo cometa:

…yo recuerdo que las primeras veces que por ahí me enteré era, creo que estaba en el colegio y sabía que había escuchado que en El Ejido o que en los baños de El Ejido solían haber muchos encuentros y entonces claro ahí me empiezo a fijar yo como en los números que dejan en la puerta de los baños y los mensajes. Y por ahí una vez me anoté un par de números (Javo, 2021).

Un parque que representa un corte entre el viejo Quito y el nuevo Quito moderno. Un parque considerado zona roja, que esta junto a la zona rosa. No faltaba quiteño que te advirtiera que no pases por El Ejido después de que se haya ocultado el sol porque “te vayan a robar”. Como los padres de Mario lo hacían cuando él estaba en la escuela y el colegio, “nunca cruces el parque El Ejido” le decían, o como le recomendó su compañero de universidad, que fue quién le contó sobre lo que  pasaba en los baños de aquel parque, ya que éste había tenido una experiencia de acoso con su primo dentro del baño de hombres, “nunca visiten estos baños” (Mario, 2021) les había advertido a él y a su otro compañero mientras cruzaban el parque. Mario empezó a vivir su homosexualidad a partir de aquel descubrimiento que nació como advertencia:

Entonces las primeras veces que fui no pasó nada porque solo fui así como muy muy para las necesidades. Pero después o sea seguía con esas ganas de, y ya pues me quede mas tiempo y ahí sí, descubrí que si pasaba ahí, cachas. Ajá. Y que era, y que de hecho así es como que pasaba bastante de hecho. Era una comunidad bastante grande la que se reunían ahí. Ajá. Desde personas que solo cruzaban el parque ocasionalmente hasta personas que trabajaban por la zona y cosas por el estilo y a parte después de eso, obviamente me entere que había trabajo sexual masculino en el parque El Ejido y en la esquina de Amazonas y Patria, justo en el Hilton (Mario, 2021).

Para Mario y Ariel El Ejido fue el lugar en donde vivieron su primera experiencia homo erótica y conocieron a la persona con quien sería su primera experiencia penetrativa, durante la primera década del siglo XXI, de hecho para Mario a partir de ese encuentro, tuvo su primera relación de pareja que duró 7 meses.

Le conocí en El Ejido en el parque, cachas. (…) Básicamente la mayor parte de la acción sucedía en los urinarios. (…) Aja. Entonces era como sacabas tu caña de pescar y te ponías a pescar a ver ¿qué te llegaba? Entonces, de hecho fue uno de los, no sé creo, tal vez el más simpático de los que estaba ahí, cachas. Entonces salí, no paso nada en ese momento, porque fue como que me sentía bastante nervioso y solo estuve ahí un rato y luego salí y de ahí él también salió, y de ahí nos pusimos a conversar y cosas por el estilo. Y de ahí ya pues, cuadramos para el siguiente día. De hecho todavía en ese entonces era, por decir algo, virgen, sí era virgen en todo caso. Entonces es como que cuadramos, cuadre con él y estaba así como desesperado por probar, tener una relación con otro chico. Entonces, teníamos un impedimento y era ¿dónde? (…) Apareció un tercero que se ofreció a prestarnos la casa y de hecho pues mi primera relación fue un trío. —risas—

Por la falta de un espacio adecuado para tener su primera relación sexual penetrativa, tuvo que aceptar ir a coger con otro desconocido solo porque puso su casa. Es bastante probable que la fama de “zona roja” se la haya ganado por la asociación que ha tenido por décadas con las disidencias sexuales, con la prostitución masculina y con la inseguridad generada a partir de los constantes robos que se dan. Las historias de asaltos y robos después de concretado el encuentro homo erótico son demasiado comunes en la comunidad gay de aquel entonces y en la comunidad gay de ciertos círculos sociales en el presente. Al deseo no le implica ninguna falta, el deseo esta codificado por la norma, “tampoco es un dato; es proceso, en oposición a estructura o génesis”, es acontecimiento, en oposición a cosa o persona (Deleuze 1995, 12). El deseo es relacional, la norma lo configura y en el caso del cruising, lo lleva al margen de lo urbano, pone en riesgo el cuidado de sí de los cuerpos, su libertad queda comprometida, por lo que se convierte en una practica de desterritorialización sumamente violenta, dejan de ser ciudadanos al haber quebrantado la misma norma que lo configuró.

un esclavo no tiene ética. La libertad es, entonces, en sí misma política. Luego, tiene también un modelo político, en la medida que ser libre significa no ser esclavo de sí mismo y de sus apetitos, lo que implica que se establece consigo mismo una cierta relación de dominación, de maestría, que se llama arche-poder, mandato (Foucault 1984, 263).

El deseo quiere ser libre, por lo que se extiende en líneas de fuga. A continuación dos historias cortas de la inseguridad vivida en este parque, una de ellas es personal, vivida en el año 2008 cuando empezaba mi vida universitaria en Quito. Un día unos amigos que hice en “el ambiente gay” de la ciudad, me llevaron al parque El Ejido para aprender a levantar chicos y que todos levantemos a alguien, en ese entonces yo no conocía la mala fama del parque. Era medio día, no pasaron ni cinco minutos y me hice el levante de un chico de la costa, de cuerpo macizo bronceado, casi ni hablamos, decidimos llevar el encuentro a un hostel a tres cuadras de ahí por la Mariscal. Después de haber tenido sexo, al irme al baño para limpiarme me percaté que el hombre desconocido con el que me acababa de acostar estaba rebuscando mi ropa, al salir asustado de aquel baño, éste se puso en posición de ataque, por lo que yo decidí quedarme tranquilo e inmutado. Me robó, me robó el dinero, el celular y un par de pertenencias más. No tuve intención de denunciarlo, sin embargo el sentimiento de vergüenza y miedo estuvieron bastante presentes, él salió huyendo de aquel Hostel y yo me quedé en aquella habitación sin saber qué iba a hacer después. Según los testimonios de la investigación de Camacho en ese entonces los asaltantes no se preocupaban “por una posible denuncia porque los usuarios a quienes les roban las pertenencias tendrían que declarar las <<impropias>> e inusuales circunstancias que se encontraban” (Camacho 2008, 12). La segunda historia es del año 2017, Guillo cuenta que fue a partir de un encuentro generado en una banca de el parque El Ejido:

Estaba sentado y un man se me sienta a lado, me empieza a sacar conversación y me dice que conoce un sitio super chévere, que es un bosque donde todo el mundo va a ‘culear’ y todo, y que era súper chevere, que para ir. Y ahí estuvimos hablando como unos quince minutos, hasta que ya decidí ir con él. Y caminamos, caminamos, caminamos full. Y nos fuimos a la occidental, arriba, al bosque. De ahí llegamos allá y saca un cuchillo, ahí estaba con otros manes ahí. Y me robaron (Rodrigo, 2021).

Siglo XXI, la zona más aburguesada y económicamente activa de la capital se había movido mas hacia el norte como hacia el Parque la Carolina y el Bulevar de la Naciones Unidas. Ahora existen otros parques y avenidas que han tomado protagonismo para el ocio y el cruising de la ciudad, como el Parque Itchimbia, el Parque Metropolitano y el Parque La Carolina. Portales en el internet y en Grindr los toman en cuenta como ubicaciones para la práctica del cruising. Sin embargo, no son tan frecuentados como lo es El Ejido, aunque el público que va a cada parque es muy específico para cada uno. Existe una ligera estratificación de clase social, edad, género y tipo de actividad en cada parque.

El segundo parque más frecuentado es La Carolina, ya que es el que más historias y cruisiers pudo dar, ya sea en campo o por medio de interlocutores, en especial en los días de semana al final de la tarde. Mientras el Itchimbia y el Metropolitano solo obtuve comentarios de conocidos gays que han visto parejas de hombres teniendo interacciones sexuales y varios usuarios de Grindr que han estado en aquellos parques con sus perfiles activos haciendo cruising explícito y han chateado conmigo para confirmarme, pero que no los llegé a conocer en persona. De quienes van a hacer cruising al parque La Carolina, son quienes viven a sus alrededores y de otras partes de Quito cuando están de tránsito por ahí y aprovechan para activar su perfil de Grindr, a más de buscar con su radar cognitivo lo hacen con el radar de su teléfono inteligente. Sebastian (30), vive cerca de la Carolina y vivió una experiencia de cruising sin querer queriendo:

Fue en el parque La Carolina y yo había salido a fumar un porro y estaba justo por las canchas de tenis y…—risa— y veo que un man como que me empezó a seguir, pero como que no se acercaba mucho. Entonces al principio obviamente estaba nervioso porque pensé que me iban a robar, pero gracias a Dios nunca me han robado en La Carolina. Y era como que después de un rato, como que ya me senté en unas bancas donde estaban con luz y él se sentó en una banca de alado y solo como que me quedó viendo, y luego yo le quedé viendo y luego se bajo el pantalón y solo sacó el pipí, y en ese momento fue como que…. Ehhh !Ok, por qué no¡ La verdad no fui como que buscando eso, pero pasó ajá, y luego caí en cuenta que —sonido— ahí hacen cruising. Y de ahí no hubo mucho diálogo, no hubo mucho… como que o sea palabreo así. Entonces era muy como que solo dejarse llevar y ya, y de ahí un poco de sexo oral, unas pajas (Sebastian, 2021).

En los parques la hora pico o de más encuentros es cuando empieza a obscurecer y el trafico de gente no disminuye del todo. Por ejemplo, a partir de las seis de la tarde el Parque la Carolina se empieza a llenar de gente que viene a ejercitarse entre semana como parte de su rutina diaria. El cruising se da en especial a un lado de la pista de atletismo en donde hay personas trotando, otras caminando a sus perros, otras ejercitando sus músculos, justo al frente del Jardín Botánico, detrás del Vivarium, cerca de la cruz del papa. Después de ese horario se convierte en una zona peligrosa, por lo vacío y obscuro que queda el lugar.

…en La Carolina corre al lado contrario del que están las rieles de… corredores. (…) La gente que busca está corriendo al lado contrario o camina al lado contrario de la… (…) …de los corredores, porque suele ser una sola dirección. (…) Claro, entonces empiezan a caminar en la dirección contraria y sabes que están buscando. (…) A esta hora más o menos, cuando el clima está así —clima lluvioso afuera—. En la tarde tipo 6… tipo 5, 6, antes de que anochezca, cuando no hay mucha gente (Carlos, 2021).

Monday 03.04.24
Posted by Fabio Alvarez
 

Etnografía de un Cuarto Oscuro: Visita a un Video porno gay de Quito.

La puerta principal del sitio no tiene un letrero que especifique el nombre del negocio, es por eso que solo ingresan, quienes tienen conocimiento previo de su existencia, quienes entienden las dinámicas que se manejan dentro de ese espacio y quienes saben que detrás de esa puerta de rejas negras existe la posibilidad de entablar encuentros homo-eróticos. Toco el timbre, cuyo sonido se escucha a través del intercomunicador. Abren la puerta automática desde el interior del local e ingreso a un patio exterior que tiene varias estructuras y macetas con plantas dispuestas estratégicamente para cubrir la sala de estar externa que se encuentra al fondo. Hay varias sillas y dos mesas que son utilizadas para descansar, tomar aire, charlar, fumar o tomar alguna bebida.

Al final del patio está la puerta de entrada que da al interior del video. Al ingresar al primer espacio interno, lo primero que se ve es una pequeña recepción al lado izquierdo y una sala de estar a la derecha. El encargado de la recepción cobra tres dólares para que el cliente pueda hacer uso de las diferentes áreas que dispone el video. Me entregan un condón, un pequeño paquete de papel higiénico y una bolsa de lona con una llave enumerada atada a un elástico, que puede colgarse en el cuello o en la muñeca de la mano. En esta bolsa se pueden guardar pertenencias, mochilas, abrigos o incluso toda la vestimenta cuando es día nudista dentro del local. Las bolsas de cada cliente se almacenan en una habitación, que parece una cocina, que está detrás de la recepción, donde sólo ingresan el dueño y el recepcionista. Ambos espacios son los únicos que están siendo filmados por cámaras de seguridad. La recepción también cumple la función de bar, donde se pueden comprar cigarrillos y bebidas, o adquirir cocteles gratuitos que se preparan en días de barra libre.


El video pornográfico como todo no lugar, necesita de una buena comunicación con sus transeúntes, es por eso que trata de utilizar buena señalización, textos, audio, ideogramas o símbolos, que intentan ser universales. Se entienden las reglas del espacio a través de letreros y pantallas como en un aeropuerto o un centro comercial, que tienen mensajes: “prescriptivos (“subir por las escaleras”), prohibitivos (“prohibido fumar”) o informativos” (“baño de hombres”, “salida de emergencia”, “wifi”) (Augé 1992, 99-100). La universalidad de los no lugares compite con la territorialidad de los lugares. Se puede inferir que, los no lugares al ser heterogéneos y universales, toleran y respetan las diferencias o las identidades abyectas que son subyugadas en lugares antropológicos. Si en el pueblo se considera aberrante cualquier desviación de género que esté fuera del hegemónico; dicha desviación, al reubicarse en una una ciudad urbanizada, será más aceptada, tolerada y respetada. También son atributos muy comunes del el aeropuerto, las estaciones de transporte, el supermercado o el centro comercial. Estos videos suelen estar transitados por foráneos que vienen solo para disfrutar de este tipo de ocio.

Pasillo

Se atraviesa una cortina para acceder al resto de áreas, donde se encuentra un pasillo largo horizontal, iluminado tenuemente con luces de colores azul y verde. Las paredes negras y blancas son decoradas con símbolos tribales pintados con colores neón, que contrastan con el tono de las paredes. Además, están colgados diferentes pósters de modelos masculinos, atléticos, sensuales bajo estándares europeos, usando ropa interior Calvin Klein. El piso es de baldosa blanca y se puede distinguir en el ambiente un olor característico de algunos tipos de productos de limpieza. Se ven varios hombres hablando y caminando por el pasillo, entrando y saliendo de los diferentes espacios disponibles, entrecruzando miradas que dicen más que las palabras. El pasillo ofrece diferentes tipos de servicios alojados en espacios independientes como: cabinas con glory holes, cuarto oscuro, sala de video pornográfico, área digital con cabinas de internet, dos cuartos privados, área sadomasoquista, dos salas de estar (externa e interna), recepción-barra y dos baños.

Glory Holes

Dentro del pasillo al lado izquierdo, se encuentran cabinas contiguas que se cierran individualmente con cortinas de tela negra. En el interior de cada cabina hay una pantalla que trasmite pornografía homo-erótica, ubicada en la parte superior de la pared. La estructura que divide una cabina de la otra tiene tres glory holes, tres orificios de unos 10 centímetros de diámetro distribuidos de forma vertical y sagital, desde el ombligo hasta las piernas, considerando las diferentes alturas que podrían tener los transeúntes.

La disposición de los glory holes es reproducida con el fin de que los usuarios puedan interactuar sexualmente. Pueden conectarse con la parte sensible de un cuerpo anónimo, de un cuerpo heterogéneo, al introducir los genitales en un espacio/tiempo en donde el cuerpo puede dejar de ser. Una gran estrategia para promover la excitación a través de los ojos, asegurando el anonimato. Análogamente, para Victor Turner (1967, 108-109) los neófitos durante la etapa liminal de un rito de paso:

no sólo son estructuralmente «invisibles» (aunque seas físicamente visibles) y ritualmente contaminantes, sino que generalmente se los recluye, de manera total o parcial, lejos del ámbito de los estados y de los status culturalmente definidos y ordenados. (…) Tienen una realidad física, pero no social, de ahí que tengan que permanecer escondidos, puesto que sería un escándalo, una paradoja, tener ante la vista lo que no debería tener existencia.


El atributo de los glory holes es que el pene se vuelve visible mientras el cuerpo permanece invisible. Se puede ver la forma fálica en estado sensible mientras el cuerpo es anónimo. Un falo ambiguo que está y no está, que es y no es; la afirmación a toda negación. El rostro y el cuerpo pueden no ser reconocidos, ya que la identidad no es importante en este espacio. En tipo de ritual de paso homosexual, donde no importa el status que ocupa el cuerpo en la estructura social.

Cuarto Oscuro

Al fondo a la derecha de aquel pasillo se encuentra una entrada con una cortina negra, que al abrirla, se funde con la negritud del espacio. El valor simbólico y el carácter clandestino del sexo homo-erótico en la ciudad tiende a influir en el desarrollo de un patrón de arquitecturas y espacios con diferentes tonos de oscuridad, que son capaces de contener los comportamientos abyectos de la homosexualidad urbana. El cuarto obscuro es una yuxtaposición de heterotopías de: desviación, crisis, crónica y homo-erótica. Tiene el poder de la invisibilidad, como para ocultar aberraciones y cuerpos abyectos. Su atributo es, literal y figurativamente, la oscuridad. El gran beneficio de no poder ver las culpas. Michael John Atkins (2013, 39) en su etnografía visual del sexo en público entre hombres en el centro de la ciudad de Manchester, expone que:

la oscuridad también funcionaba menos literalmente, para referirse al estado de no ser consciente de algo, es decir, de "mantenerse en la oscuridad”. Se habló de esta sensación de que algo estaba velado u oculto como ‘en las sombras' y sobre "cosas oscuras" que son desagradables de pensar y hablar. El sentido literal y figurativo de la oscuridad también se ha considerado sinónimo de incertidumbre, peligro, miedo y libertades sexuales (Freud 1919, Levy 1973, Throop 2007).

Al cuarto oscuro se entra y se camina tanteando, se descubren cuerpos con el tacto, se complace con las manos y se excita con los labios. Lo que se toca solo se imagina, no hay historia, ni memoria visual de lo que sucede en este espacio/tiempo oscuro.

Por varios lados, me tocan, me tantean, quieren descubrir alguno de mis rasgos superficiales, que se puedan percibir con la mano. Hay varias manos buscando bultos, manoseando nalgas, pajeando penes, abrazando con pasión y emoción; cuerpos invisibles haciendo el amor con la oscuridad. Es una forma de conocer lo desconocido, de descubrir geografías táctiles de un cuerpo y de un rostro invisibles; ideales para entes con ficciones orales. Son espacios que borran el tiempo. Espacios liminales donde se pierde el status construido social y culturalmente, donde los cuerpos están en uniformidad, en este caso todos acceden a ser uniformados con la oscuridad. Parece ser que en estos espacios la hegemonía estética heterosexual occidental es apagada y alejada del oculo-centrismo. No existe subjetividad visual en cuanto a la fealdad visual.

La música en alto volumen disminuye la tensión del silencio en el cuarto oscuro. Suena una gran variedad de géneros musicales como pop, retro, salsa, electrónica, vallenato, reggaeton, rock, etc. Gran parte del tiempo los transeúntes no hablan, no conversan e intentan generar la menor cantidad de sonidos posible. Frecuentemente se puede escuchar gemidos de distinto volumen, como prueba de que las pulsaciones humanas existen, como evidencia de la excitación y del placer que los abyectos sienten. Se puede llegar a oír correas abrirse, ropa rozarse, labios besarse, bocas succionando, gargantas atragantándose y pequeñas propuestas susurradas a ciertos oídos.

En ciertos momentos puede haber un mayor tránsito de cuerpos, lo que genera un calor que moja y que obliga a estar suelto y menos abrigado. El peligro asociado con la obscuridad puede ser aumentado cuando se juega a una ruleta rusa de enfermedades de transmisión sexual. La oscuridad y el peligro producen gran excitación y placer de riesgo; lo que se desencadena en producción de adrenalina que genera sensaciones de bienestar, lo que causa liberación de dopamina del cerebro, la hormona que nos hace felices.

Cuarto de Video

En el pasillo frente a las cabinas con glory holes está la entrada al cuarto de video. Este espacio/tiempo sirve para calentar motores, para complacer ojos abyectos y estimular deseos aberrantes. El cuarto está exclusivamente iluminado por una pantalla de tv grande, que transmite pornografía homosexual extranjera; dando alusión a cine. Un asiento largo, suave, de cobertor negro impermeable, está frente a la pantalla, pegado a la pared. Los transeúntes se sientan y usualmente generan contactos verbales explícitos y acercamientos llevados por la atracción. Aquí se conversa superficialmente, mientras se chequea quién entra y quién sale, tal vez, puede transitar un cuerpo que le permita a otro, llegar al punto más liminal del ritual, el orgasmo.

Cuartos Privados

Están disponibles dos espacios privados donde ingresan los cuerpos que deciden por mutuo acuerdo: excluirse del resto de cuerpos y complacerse a solas entre ellos. El encuentro todavía puede tener el carácter anónimo, aunque se define con mayor cuidado cuáles y cuántos cuerpos abyectos estarán involucrados. Los cuartos tienen espejos en las paredes y algún mueble o asiento confortable en el que se pueden ver mientras se mantiene el encuentro homo erótico. Hay un pequeño tacho de basura en la esquina. Baños Los baños son uno privado y otro con urinarios abiertos, en donde se permite que el voyeur eche un vistazo de los falos que circulan por aquel espacio/tiempo. Están iluminados con foco de color azul que activa con el movimiento.

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Referencias

Atkins, John. 2007. Objects that look: How is ambiguity of body and self maintained in the public sex encounter? Manchester: Faculty of Humanities of the University of Manchester.

Auge, Marc. 1992. Los No Lugares Espacios de Anonimato. Una antropología de la Sobremodernidad. Barcelona: Gedisa.

Humphreys, Laud. 1975. Tea Room Trade: Impersonal Sex in Public Places, 2nd Ed. Aldine Transaction: New Jersey

Turner, Victor. 1999. Antropología. La selva de los símbolos. Aspectos del ritual ndembu, 3ra Ed. Madrid: Siglo XXI de España Editores, S. A.


tags: QuitoGay
Monday 02.19.24
Posted by Fabio Alvarez
 

Cruising en los Baños Públicos de un Centro Comercial de Quito en época de Pandemia - Marzo 2021

Entro al baño de hombres del Quicentro, al segundo en tamaño, son las seis de la tarde y siento una tensión en el lugar, había bastante tránsito de personas. De entre ellas, reconozco varios que estaban intentando alargar su estadía en el baño. Existe una red de interacciones entre los crusiers y está guiada por la estética y la excitación que le genere el uno al otro. Hay un intercambio de miradas de deseo que congenian unas mas o menos con otras. Cuando la mirada coincide con otra mirada que expresa un nivel de deseo mutuo similar, es ahí donde se genera la posibilidad de un contacto sexual. Habían al menos ocho crusiers circulando entre los urinarios, las cabinas y el pasillo de los lavabos frente al espejo. Me dirijo a hacia los uranios y elijo uno de los primeros. Existen negociaciones visuales gestos corporales que suceden mientras finjo que orino. Parecía ser que varios crusiers estaban muy interesados en el chico que mostraba su pene en el urinario izquierdo junto al mío y que según estándares de la belleza (gay) occidental se consideraría como “guapo” o “simpático”. Este hombre de tez clara, cabello y ojos claros, parecía que trabajaba en salud, tal vez era médico, ya que usaba un pantalón típico de las unidades de salud. Miraba los rostros de quienes transitaban el lugar y de quienes fingían utilizar las cabinas sanitarias y los urinarios, como una forma de cerciorarse quienes son los que están con ganas de generar una interacción homo-erótica y cuál de ellos le atrae lo suficiente como para ir más allá de una mirada. Era obvio que estaba interesado en el joven que se encontraba a su lado izquierdo, ya que sus gestos y lenguaje corporal revelaban mutuo interés. Cuando me miró a los ojos no mostró suficiente interés en mí, pero sí me confirmó con sus ojos que estaba buscando contacto sexual, al no esconder su erección de mi vista y mostrándomela por unos segundos. Pues mi mirada revelaba una complicidad voyeur que coincidía con la de él y mantenía mi privilegio de presenciar el tipo de negociaciones que se estaban suscitando. El chico que atrae a todos mira fijamente al chico del urinario del lado contrario al mío, aquel chico le corresponde con un gesto que apunta a la cabina que está detrás de ambos, paso seguido se retira del urinario, se dirige a una de ellas y entra. Desde la cabina a la que acaba de entrar, dejando la puerta abierta, el chico le hace señas de que entre con él. Enseguida de la cabina del fondo, otro hombre sale de la cabina para discapacitados y en seguida con su rostro muestra interés en el chico con la erección y en mí. Yo desocupo el urinario, paso por las espaldas del chico “simpático” y tengo la intención de dirigirme hacia los lavabos, mientras el chico que salía del baño para discapacitados me hace un gesto con el rostro y la cabeza, que señala dicha cabina para discapacitados, una invitación a un encuentro homo erótico. Yo le hice un gesto de “no” con la cabeza y el rostro. Seguido, el chico rubio del urinario se mira con el que yo acabó de “rechazar” y le hace una señal de que lo siga. Di la vuelta y miro cómo el chico que estaba a mi lado deja el urinario para meterse a la cabina donde se encontraba el otro. Detrás de él, sigue el que salió de la cabina para discapacitados, quién entra y cierra la puerta de la cabina. Tres hombres entraron a una misma cabina para mantener contacto homo erótico

tags: cruising, Quito, CruisingGay, Gay, Homoerótico, Encuentros Sexuales
Monday 02.19.24
Posted by Fabio Alvarez
 

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